Atrapados en las Excusas

Es sorprendente la capacidad que tenemos de crear excusas para justificar nuestro comportamiento, hábitos y actitud, especialmente si alguien nos advirtió, aconsejo o sugirió que debíamos transformarlos, por el efecto negativo que causamos a través de ellos.

Pero lo interesante, es que al justificar ese comportamiento equivocado, seguimos repitiéndolo, sin ninguna posibilidad real de cambiarlo, porque para lograrlo, necesitaríamos ser concientes de lo que estamos haciendo. Mientras, que cuando se trata de otras personas… tenemos una gran limitación al momento de tolerar, comprender y justificar su comportamiento y actitud, especialmente si somos victimas de ellos. Con una gran facilidad los juzgamos y decidimos que están equivocados o que cometieron un error.

A lo largo de la vida hemos recurrido a este mecanismo, pensando que de esta manera podríamos ocultar frente a los demás, nuestra verdadera identidad o lo que hicimos para continuar adelante como si no hubiese pasado nada… La verdad, es que no nos damos cuenta de que a quienes no podemos engañar de esta manera, es a nosotros o a la vida, que instantáneamente activa el mecanismo de causa y efecto, generando una consecuencia que la mayoría de las veces no comprendemos y que nos resulta difícil de aceptar.


Estamos a tiempo de detenernos para poder reconocer que algunas de estas excusas que hemos usados en diferentes situaciones, nos han mantenido paralizados en algunos casos y obligados en otros, impidiéndonos vivir a plenitud.

Es cierto que cambiar los viejos hábitos, no es una tarea fácil… pero es posible lograrlo si lo deseamos verdaderamente y asumimos el compromiso de hacer cuanto sea necesario para superarlos.


Las excusas son las razones con las que justificamos comportamientos, actitudes y hábitos, que adquieren una connotación negativa cuando esconden mentiras, faltas y engaños. Algunas veces, una excusa puede mostrar el arrepentimiento verdadero, que representa nuestra disposición a reconocer la falta o el error que cometimos, y al mismo tiempo, nuestro compromiso y disposición para corregirlos.

Lo mas fácil, es repetirnos, encontrando las excusas perfectas para no tener que intentarlo siquiera, de manera que sigamos cometiendo los mismos errores sin sentirnos responsables, y haciendo culpables a otras personas de nuestro malestar e infelicidad.

Valdría la pena preguntarnos: Hasta donde y hasta cuando, nos quejamos, nos lamentamos y renegamos de la vida, resintiendo la suerte que tienen otros que viven y lucen como quisiéramos hacerlo nosotros, y que desde lejos nos parecen mas jóvenes, mas vitales, mas prósperos y mas felices que nosotros…

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