Evitemos hacer lo que nos hace daño
Me he preguntado últimamente, que será lo que nos impide dejar de hacer aquello que nos hace daño, que nos afecta o que no nos gusta… Inmediatamente pienso en algunos amigos, que saben que necesitan cambiar algunos hábitos, actitudes o comportamientos y aun así, siguen repitiendo y encontrando excusas para justificarse, a pesar de que ellos continúan siendo las víctimas de sus propios efectos.
Tengo una amiga, cuya vida profesional se ha visto afectada en varias ocasiones por su impuntualidad, y a pesar de vivir sus consecuencias negativas… sigue siendo impuntual, hasta el punto en que nosotros sus amigos, adelantamos la hora de la invitación que le hacemos para que pueda llegar a tiempo. Le hemos hablado acerca de la importancia de vencer ese viejo habito tan negativo para ella, pero siempre tiene una justificación para seguirlo repitiendo.
Yo se que hacer cambios o vencer un hábito negativo en nosotros, no es una tarea sencilla… porque en la mayoría de los casos, implica tener que enfrentar y vencer a un gran enemigo: nuestra propia mente.
Nosotros actuamos la mayor parte del tiempo, de una determinada manera, a causa de las programaciones que tenemos instaladas en la mente y que nos llevan a reaccionar antes de darnos el tiempo necesario para pensar, y escoger la mejor manera de responder, con la intención de esta sea, mas positiva para nosotros y para la relación que mantenemos con otras personas.
Que nos hace falta realmente, para dejar esos viejos hábitos, creencias y comportamientos negativos atrás…
Querernos mucho, y estar dispuestos a desarrollar la voluntad, el coraje y la motivación que necesitamos para vencer a una parte de nosotros en aras de expandir nuestra conciencia, autonomía, desarrollo, paz y bienestar.
Estar dispuestos a romper con ese viejo hábito negativo de reaccionar a los estímulos del exterior de la misma manera equivocada como lo hemos estado haciendo en los últimos meses o años… puede llevarnos a hundirnos en el pesimismo, el desánimo y la depresión, sintiéndonos víctimas de todos y de todo.
Busquemos la manera de mejorar, y lo que esto significa es no permanecer de brazos cruzados, indolentes y apáticos hacia lo que nos pasa, esperando a que alguien se haga cargo o a que suceda algo ajeno a nuestra voluntad, que mejore nuestra vida sin que tengamos que asumir el reto de conseguirlo con nuestra voluntad, trabajo y responsabilidad.